Las personas son la clave de la diferenciación y del éxito
sostenido de las organizaciones.
Para el desempeño sobresaliente de las personas deben
concurrir dos circunstancias: “querer hacer” y “saber hacer”.
Esta pirámide hace especial hincapié en las actitudes
(querer hacer) y habilidades directivas necesarias para
la adecuada gestión de los recursos humanos de la empresa
(saber y poder hacer).